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Es precioso y consolador pensar que mientras la humanidad en una gran parte, duerme, mientras nuestros vecinos están plácidamente reparando sus fuerzas, soñando quizás…siempre hay una hermana que desde esta casa, quiere ser una lámpara perenne, encendida para adorar y amar a Jesús Eucaristía.

Muchos podrán verlo como un gran sacrificio, y en parte es una renuncia, al sueño, a pensar en nuestras propias cosas para centrarnos en Jesús. Pero no es una renuncia pesada “porque el amor lo endulza todo”.

27 de junio de 1944, es una fecha de alegría y gozo en nuestra institución. ¿Por qué? Porque la Madre María de Dios y la Hermana María del Amor Misericordioso, comienzan a tener adoración nocturna. Los sueños de ambas se veían cumplidos, generosamente, ellas respondían en turnos de dos horas delante del Santísimo Sacramento. Ellas que querían ver reinar el Corazón de Jesús en todas las almas, ahora le acompañaban durante la noche. ¿Cuántas gracias pedidas no habrán alcanzado del cielo en aquellas primeras noches y luego en las otras tantas que les siguieron hasta el final de sus días.

Incluso enferma y falta de movilidad, no deja nuestra Madre María de Dios de asistir a su cita con el amado, a quien ha dedicado su vida. Hasta el final, pues con permiso del Señor Obispo, puede hacerlo desde su habitación desde la que tiene acceso a la capilla.

Además de ser algo muy nuestro, carismáticamente hablando, la adoración al Santísimo Sacramento es algo muy cristiano. “Haced esto en memoria mía” y en aquellas palabras, una invitación a no romper ni desgastar esa dulce intimidad que une nuestro pobre corazón, al Corazón Eucarístico de Jesús. De él, mana un rio de agua viva que refresca y conforta a todos los hombres del mundo.

Nada, absolutamente nada se escapa en las horas de adoración, especialmente por la noche. Todo duerme, solo se oye el silencio, que aunque se crea que no, suena de una forma muy particular. Quizás algún ave nocturna y los pasos de la hermana que te relevará. Todo calla, pero en el corazón, en ese holocausto de amor que hemos ofrecido a Dios, se reúnen todas las necesidades de todos los hombres y mujeres del mundo. También las de aquellos que no conocemos y que no conoceremos jamás. En el corazón bulle una alegre algarabía.

Y es que ante Jesús no hay desconocidos. Cuando todo duerme, una lamparita arde en nuestras casas, una lamparita que aunque débil, tiene luz suficiente para alumbrar las oscuridades de nuestros tiempos, porque se alimenta del Sol inagotable de justicia. Cuando todo duerme, cuando todo calla, nuestro corazón le alaba, nuestro corazón …sigue ofreciéndose.

 

CHARITAS

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