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Madre María de Dios, enamorada de la Eucaristía, ha conseguido de Roma para su Carmelo un privilegio extraordinario del que pocos o ningún Carmelo disfruta: tener el Santísimo Sacramento Expuesto en la reja del Coro de las Carmelitas. ¡Cuánto gozaría esta alma tan ardientemente eucarística! ¡Qué dulces coloquios de amor, aquí, con Jesús Sacramentado!.

Para realizar esta Obra, la Divina Providencia, va disponiendo los caminos y el 31 de mayo de 1939, maría de Dios, para restablecer su salud muy deteriorada, se ve obligada a abandonar temporalmente su querido Palomarcito.

“Salgo del Arca del Carmelo… ¡Camino misterioso! Voluntad dicina imperada por circustancias incomprensibles, que me conducen a un estado dolorosísimo…”.

Las puertas del Carmelo granadino se abrían para dejar salir a la hermana María de Dios. Mayo mariano quedaba clausurado con el dolor. ¿Volverían a abrirse auqellas puertas para acoger de nuevo a la carmelita que se ausentaba? ¿No habría en ella la sospecha , acaso la persuasión, de que aquellos caminos imprevistos dirigían sus pasos hacia los cielos nuevos y la tierra nueva de la vislumbrada obra de alabanza a Dios?

Si los jardines hablaran, dirían de trabajos, de fatigas, de vigilancia, de calores y de fríos, de siembras, de podas y de riegos. De todo ello se olvidan fácilmente los contempladores de su belleza.

Quien proyecta un jardín florido cuente con el peso de la tarea. ¿Sueñas, María de Dios, con un “jardín de la Virgen”? Habrás de experimentar lo que cuesta realizarlo.

“Confío en Ti… Soy miserable, y, en torno a su Hostia Divina, ante Ti, Amor Misericordioso, quieres que procure y haga que florezca un jardín de la Virgen, de flores encantadoras…”

“¡Oh, sí, soy miserable, impotente, pura nada…

El horizonte no descubre claridades…, pero estoy segura, tu jardín florecerá…”

Transcurridos varios meses de obligada recuperación a su salud, manifiesta a su director espiritual Rvdo. P. Asensio, Provincial de los Agustinos y al Rvdmo. P. Carmelo Ballester, Obispo de León, el divino ideal que desde años lleva en su alma. El dictamen de los dos fue favorable. Bien conocedores de los caminos del espíritu, entendieron que en los ideales de la carmelita andaba metido Dios.

León primero y Madrid después, fueron lugares pensados para el inicio de la Obra. Pero ni Madrid, ni León la verían nacer. El Vicario General de la Diócesis de Madrid, orientó a María de Dios hacia Ávila.

(Continuará)

CHARITAS

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