Quiero Amor mío ser tu cielo de amor/ donde te consueles de la
ingratitud de las criaturas./ Mi corazón languidece de pena/ viendo
la necedad de tantos desgraciados/ Amor, Amor, poséeme, vive en
mi/ canta tú mismo en mi el himno de la alabanza y la gratitud reparadora.
El celo de tu honor y gloria me devora/ anhelo ser dueña de los
corazones todos para entregártelos./ Hazme vibrar como una melodiosa lira/ y que la armonía de mi existir todo amor, enamore de Ti
a las almas.
Hazme poderosa, hazme callada pregonera de tu gloria/ el silencio de mi oración haga oír tu voz a los sordos del espíritu./ Amor
mío, si los inconscientes gozan de las obras de tu Amor sin levantar a ti sus ojos,/ yo seré una viviente gratitud en todo instante.
Si los malos en su insensatez no ya te olvidan, sino te escarnecen,/ ¡Oh Amor de mis amores yo seré viva reparación de amor, consolándote sin cesar con tiernas alabanzas.
¡Oh Padre, oh Hijo, oh Espíritu Santo/ me arrojo en la hoguera de
vuestra Caridad infinita, consumidme. Dios mío, Dios mío, vive en
mi con la pureza de tu santidad/ vive con la dulzura de tu espíritu,
vive en mi con la intensidad de tu fuego inextinguible.
Nada quiero, nada me satisface, nada me descansa sino Tú, oh mi
único Amor. Poséeme, invádeme y canta Tú mismo en mi, el himno
de amor, de gloria y de alabanza./ Bendito seas Amado, en las Obras
del Amor/ tu pequeña cielo se abrasa al resplandor que le dan de
Ti… Amor mío, mi Dios Amor. Basta, basta…
Madre María de Dios Molleda.