Ya es Navidad un año más, y aquí en la residencia de mayores intentamos que sean unos días especiales para ellos, y con más razón con este año 2020 tan desolador para millones de personas en el mundo.
Una mañana sacando, limpiando y colocando el nacimiento con algunas de mis hermanas se nos acercó el nieto de uno de nuestros residentes sin decir ni una sola palabra. Se quedó allí parado mirándonos mientras se comía un chupa-chups, casi ni parpadeaba, solo se oía el ruido que hacía al comer su caramelo.
-Hola. -Le dije muy suave.
Abrió los ojos como platos, metió su dulce en la boca y salió corriendo por el pasillo en busca de su madre. Nosotras nos miramos y sonreímos.
A la mañana siguiente, todavía quedaba trabajo por hacer en el montaje del Belén para la residencia. Con las mismas compañeras volvímos a la tarea: casitas, animales por aquí, pastorcillos por allá…y nuevamente como de la nada apareció ese niño pero esta vez sin caramelo. -¿Quieres ayudarnos?. -Preguntó una de mis hermanas. Y tras dar un paso al frente, reculó y volvió corriendo con su mamá.
El próximo día fue la última jornada para finalizar con la instalación, solo quedaban algunos detalles como las luces y poco más. Ese jueves recuerdo, nos acompañaba el señor Antonio, una de las personas mayores que requiere una mayor atención debido al transtorno que sufre, y es que su mente le hace a veces creer que está viviendo la época de su niñez. El nos ayudaba acercándonos esto o aquello otro. Al girar mi cabeza vimos que el niño que nos estaba huyendo, estaba de rodillas a nuestro lado. -¿Puedo ayudar?. -Preguntó. -¡Por supesto!. -Contesté mientras le daba el pesebre vació para que lo colocase. El miró con extrañeza el objeto y miraba alrededor sin saber muy bien donde colocarlo. -¿Dónde va esto?.-Preguntó de nuevo. -Mira, este es el pesebre donde nacerá el niño Jesús, y hay que colocarlo justo en este establo entre el buey y la mula. -Respondió mi hermana. -¡¿Y ahí va a nacer!? ¡¿En un establo!?. -Preguntó el muchacho sin dar crédito. -¡Buah con lo mal que huele! ¿Y donde está la cuna como la que tiene mi hermanita?. -Preguntó de nuevo ya lanzado y sin miedos. -Te cuento…el niño Jesús nacerá aquí, en este lugar donde tan solo le hacen falta el amor de su mamá María y su papá San José, los animales le darán algo de calor y esto que tienes en la mano es su cunita… -Le explique como pude. Aquel inocente no daba crédito a lo que estabamos contando, con los ojos llorosos y sin soltar el pesebre me miró y dijo: ¡Pero pasará frío! ¡La cunita de mi hermana tiene una mantita de peces!
Inmediatamente, el señor Antonio se acercó a nosotros en mangas de camisa con el frío que hace ya en Ávila por estos días, y con su jersey de lana en las manos dijo: ¡Toma! ¡Para que no pase frio el niño Jesús!
Y es en estas pequeñas-grandes cosas de la vida, es donde entendemos el significado que se esconde tras la pobreza y la humildad de un Dios que se hace Niño.