Si crees que has pensado muchas veces en Dios, imagina cuantas veces te ha pensado Él a ti. Antes que te formaras en el vientre de tu mamá, eras un pensamiento de Dios, y desde entonces tenías un plan precioso que conocer, descubrir y vivir.
En el libro del profeta Jeremías se descubre una noticia alentadora para el cristiano que peregrina aquí: «Antes de darte la vida, ya te había yo escogido; antes de que nacieras, ya te había yo apartado; te había destinado a ser profeta de las naciones.»
¿No es genial saber que Dios ha estado ahí siempre en nuestras vidas?
Desde esta perspectiva, más causal que casual, puedes encontrar sentido a muchos acontecimientos sin explicación aparente en tu vida. Dios ha estado ahí siempre sin distinción. Ha estado contigo en los buenos y lindos momentos, también en los malos. Dios nunca, ni por un instante se ha separado de ti.
Y fíjate, lo más curioso es, que en la mayoría de las ocasiones, va a tu lado y ni siquiera lo adviertes. Igual vamos demasiado embebidos en mil cosas, corriendo, sin hacer un parón para pensar. Vamos como los discípulos de Emaús, tan cerca y a la vez tan lejos.
Hablaba de descubrir el plan de Dios y claro, decirlo es fácil y encontrarlo te llevará toda una vida. Porque además, cuando pienses en lo minúsculo que eres, un granito apenas en medio de una mole de millones de personas, recuerda que un Dios que no conoce límites, preparó ese plan, no hay errores por su parte, su plan es perfecto.
La carta primera a los Corintios dice: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman”.
Así que adentrate día a día en el océano de su Corazón Sagrado, pregunta, no te cortes, pregunta a Jesús lo que espera de tí…y no se lo niegues, dáselo.
El Evangelio de este domingo nos dice: “Salió el sembrador a sembrar”. ¿Eres tierra fértil? ¿Dejas que la semilla de Dios germine en tu alma?