De los escritos de Madre María de Dios:
¡Oh firmamento admirable, cuajado de puntitos de luz, como salpicado de brillantes! ¡Oh sol radiante, que alegras con tu claridad y con tu luz, todo, todo lo embelleces! ¡Oh frescuras de los campos y blancura de la nieve! ¡Oh perfuma de las flores y majestad de los mares! ¡Oh hermosísimas obras de la Creación! ¿Qué sois en fin? Una ráfaga, un destello palidísimo de la divina hermosura del Amor Creador. ¿Qué es todo lo agradable y saludable que en vuestras propiedades hallamos? Es el efecto de un latido de amor del Amor Omnipotente, que por cariño hacia sus pobrecitas criaturas, os dotó de esa propiedad benéfica para nosotros.
Si nuestra seráfica Madre (Santa Teresa)= cantó pensando en la gloria: “en ten alta vida espero / que muero porque no muero” (Santa Teresa de Jesús).
Me parece que pudiéramos cantar: “Entre tan finos favores/ con que me cerca mi amado/ ¿Cómo no muero de amores/ de mi Amor enamorado?
Y esto es en verdad para todos, pues para todos son las obras del Amor… pero ya que existen tantos inconscientes, ciegos o locos ¿qué deberá ser el vivir de una esposa de este Amor amantísimo? ¿Y la vida de una esposa carmelita? ¿Y la vida de una esposa-carmelita privilegiada, escogida para ser perpetua adoradora, flor de su cielo de eucarísticos amores, pequeña víctima de su Amor Misericordioso, apóstol-hostia silenciosa exteriormente, pero en perpetuo himno de sacrificio-orante?
¡Oh Padre amante! ¡Oh Verbo adorado, Esposo mío! ¡Oh Espíritu Santo, fuego suavísimo! ¡Oh mis Tres que sois uno! Mi Dios y trino…
Mi Amor… hacedme toda amor, invadidme. Ya me habéis invadido, pero… más, más, más, absorberme en vuestro infinito Amor, hacedme enteramente desaparecer en lo que tenga de terreno, sea yo como gotita imperceptible en el océano, desaparezca en Ti.