Celebramos un año más llenas de ilusión la Navidad con todos vosotros.
Os podemos imaginar preparando la celebración de la Navidad, pero sobre todo, disponiendo vuestros corazones, para acoger con ternura a ese Dios que se nos ofrece, en el Niño nacido en Belén.
Entendemos la Navidad, como salvación para todos los hombres y renovación de todo. ¡El nacimiento de Cristo! Éste es el motivo único y esencial de estas entrañables fiestas, extendidas en cada rincón del planeta.
«Navidad, misterio de alegría… De este mismo gozo participa la Iglesia, inundada hoy por la luz del Hijo de Dios: las tinieblas jamás podrán apagarla» (San Juan Pablo II).
¡Cristo nace siendo luz para todos! ¡El Verbo se encarnó para ser nuestro modelo de santidad!
«Se hace hombre entre los hombres, para que en Él y por medio de Él todo ser humano pueda renovarse profundamente. Con su nacimiento, nos introduce a todos en la dimensión de la divinidad, concediendo a quien acoge su don con fe la posibilidad de participar de su misma vida divina». (San Juan Pablo II).
Os deseamos una bendita y feliz Navidad, y que cada vez que veamos la imagen del Niño Dios, salga de nuestro corazón un beso lleno de ternura.