El pueblo que andaba a oscuras vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre ellos. Acrecentaste el regocijo, hiciste grande la alegría. Alegría por tu presencia, cual la alegría en la siega… Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Estará el señorío sobre su hombro, y se llamará su nombre «Maravilla de Consejero», «Dios Fuerte», «Siempre Padre», «Príncipe de Paz».” (Isaías 9)
¡Es tiempo de Navidad, por eso estamos alegres! María ha dado a luz al Hijo de Dios, que ha de nacer dentro de nuestro corazón, alumbrando al mundo, e iluminando a todos los hombres.
Nos lo imaginamos tan pequeño y vulnerable, con una mirada inocente, en brazos de la Santísima Virgen, arropados, con amor intenso y puro por San José, en aquella cueva.
Sentimos con ello su presencia, su bondad; ¡Su Amor!
¡Es el Dios que se humilla con caridad! ¡El que nos levanta con misericordia!
Es momento de vivir la Navidad; abrazándola con nuestros seres queridos, viviendo con júbilo y paz, siendo agradecidos y conscientes, que este, es un regalo para todos los hombres de la Tierra.
¡Niño del pesebre! ¡Cuántas lecciones nos das sin decir una palabra! En tu silencio eres Maestro, y en la impotencia de tu pobre cuna eres más fuerte que todos nosotros.
¡Feliz Navidad!
