¿Qué sentirían María Magdalena, María la Madre de Santiago, y Salomé cuando se acercaron al sepulcro y vieron la piedra movida?
¡Qué cantidad de emociones al entrar y encontrar un ángel sentado en el vestíbulo, mostrándoles la tumba vacía y anunciándoles la Resurrección!
¿Pedro y Juan? Encontrando los paños de un modo, que excluía toda suposición de que el cuerpo pudiera haber sido robado…
Haciendo un ejercicio de imaginación, casi se les puede ver mirándose discretamente entre ellos, con una luz radiente en sus caras, sin hablar, quizá sin enternder bien la dimensión de lo que sucedía, balbuciendo en sus almas: ¡Ha resucitado!
Comprenden entonces toda la historia de la salvación, de su salvación; todos los discursos de los profetas, se subliman todos los dolores del mundo y las promesas de Dios. La resurrección de Jesús es una magnífica noticia, porque no solo tiene que ver con Él, sino también con todos los que creen en Él.
Y llegó la Pascua, el misterio más grande de nuestra fe. Con ella adquiere todo sentido. San Pablo nos dice: “Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe…Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana…”. (1 Corintios 15,14-17)
¿Qué es la Pascua para los cristianos? Resurgir a una vida nueva que Jesús nos da. La vida nueva que nace de Jesús, se deposita en frágiles vasos de barro. Hemos de ir encarnando en nuestro día a día, la realidad del resucitado, para no solo resucitar con Él, sino también, para ser resurrección en la vida de otros.
Solo quien está hechizado y henchido de la luz del Resucitado, puede reflejarla… y eso no es tarea, ni fácil ni dificil, solo tenemos que dejarnos hacer, caminar con Él, que el sepulcro que somos, vaya quedánsose vacío de todo lo que no es Él.
Es un programa, un estilo de vida, no es una decisión al uso, no es algo por lo que optar o no optar cada vez que queramos cambiar de chaqueta. El compromiso con Jesús resucitado, interpela nuestras modestas fuerzas, para que en nuestra nada, en las cenizas del hombre viejo que fuimos, Jesús brille.
¡Corred, corred como las santas mujeres y los apóstoles con la buena noticia, anunciando al mundo que Jesús ha resucitado, y que para verlo, solo falta que se asomen a nuestra propia experiencia!