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Celebramos la Pascua, un momento donde no solos vivímos la Resurrección de Cristo, sino también la resurrección universal.

Nuestros sufrimientos toman sentido con la Resurrección, los católicos estamos seguros de que, después de esta vida en la tierra, llegaremos a una vida nueva y eterna, con la presencia de Dios por siempre.

Es periodo por tanto, de dedicar un poco de nosotros a las personas que más lo necesitan, de fortalecer nuestra fe marchando con nuestros hermanos en solidaridad y unión, de renovar nuestro compromiso bautismal, de amar como Cristo nos ha amado y vivir la vida que Jesús nos enseñó. Paremos nuestros relojes por un instante, nuestros teléfonos y necesidades secundarias para celebrar en profundidad el misterio.

¡Debemos estar gozosos!, la Resurrección es la luz que ilumina y calienta nuestros corazones, y debemos proyectarla con alegría y entusiasmo en cada persona que nos encontramos, tenemos la responsabilidad de decir con fervor: ¡Ha resucitado!.

«Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Cristo, de entre los muertos habita en ustedes, el que resucitó a Cristo dará también vida a sus cuerpos mortales; lo hará por medio de su Espíritu que ya habita en ustedes» (Pablo 8:11)

 

CHARITAS

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