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Doquiera me rodean regalos del Amor y el Amor mismo; y sólo en el pecado, en la maldad no hay amor, pero aún allí debería hacer nacer el amor recordando aquellas palabras de mi santo Padre Juan de la Cruz: “donde no hay amor, ponga amor y sacará amor”. Amor que perdona o que pide perdón.

¿Cómo no muero de amores cercada de tanto amor ¡oh Amor mío, mi Jesús, mi todo Amor!…

Todo, todo me convida a amar y me consumo con al anhelo, con la sed de amar como lo ansío. Pero no acabaría si empezara a deleitarme en la contemplación de tus regalos ¡oh Amor mío! Si uno a uno fuera yo cantando todas las locuras que en mí despierta…

Creación material y aún más creación espiritual, mundo de bellezas soberanas increíbles, porque ¿cómo hablar debidamente de esos tesoros que suponen la gracia… las virtudes, los dones, la Iglesia, los Sacramentos, la Verdad, la vida divina… los ángeles, los Santos, la Virgen María y… el Don de los dones, el Regalo de todos los regalos, el Amor de los amores… el Don de Dios … JESÚS…?

JESÚS, JESÚS… Regalo del Amor del Padre… ¿Qué decir? Faltan palabras y sólo queda perderse en un silencio de adoración y gratitud inmensa… Dejando para adelante ir saboreando a sorbitos esta celestial bebida, fijémonos ahora un poco en otros regalos del Amor:

Los acontecimientos de la vida… gozosos, dolorosos o gloriosos… siempre regalos del Amor. Los acontecimientos son también cosas venidas de la mano de mi Dios; Tú, Dios mío, o los ordenas o los permites, pero siempre para mi mayor bien, siempre como medios, como combustible que aumente la hoguera del divino amor en mí… En todo debo Amado mío amarte agradecida, besando tu bendita mano que tan amorosa me regala.

Fácil es reconocer tu Amor, Dios mío, en los misterios gozosos del rosario de nuestra vida. En la primavera de los goces, de las sonrisas, de los consuelos espirituales, de la prosperidad en todos los órdenes, de la estima de las criaturas, del aplauso, del halago, de la salud, del buen éxito, en fin en la primavera que hace nacer las flores sin espinas en torno al alma, sí es fácil reconocerlos dones, cantar gratitud, deshacerse en fervores y ver la mano divina que tan sensiblemente regala ¿quién no reconoce entonces los regalos del Amor…?

Bueno es esto, las almitas pre sin preferir espinas o flores; las pequeñas víctimas como nuestra Teresita, hemos de vivir de simplicidad y bendecirte, cantarte y amarte en estos misterios gozosos de nuestra vida sin mirarnos a nosotras mismas, fijos en Ti los ojos. Tus pequeñuelas tenemos que vivir de sencillez  de Evangelio, con la mirada siempre en Ti, Jesús, muy lejos de nosotras mismas… Sí, así lo hiciste comprender a aquellas Madre mía (Superiora de las Damas Catequistas) que ya goza de Ti, en estas sus palabras vibra con maravillosa intuición lo que ha de ser mi espíritu y el de todas su almitas… en fin, nuestro espíritu:

“Ten mucho cuidado de no abrir nunca los ojos para mirarte a ti misma fuera de Dios. Ser angelical, celestial, como una sonrisa de Dios para las almas. Siempre con la Virgencita, vivir siempre con Ella, nuestra celestial Madre del Cielo. No quiere Dios de ti grandes austeridades, quiere sí, es lo que Dios quiere de ti, que te consumas amando…”.

Esto es simplicidad y así propio es de las almas de amor, tus pequeñas víctimas de holocausto con Teresita, vivir gozosas simplemente las alegrías del rosario de su vida bendiciendo los gozosos regalos del Amor. Más esto, ya se ve, no es muy dificultoso, es lo natural, si bien tus almitas, Dios mío, han de elevarlo con tu gracia a lo sobrenatural, lo cual es ya más raro, pero de todos modos fácil. Y sin embargo de que tanto amor revelan estos regalos gozosos del Amor, no nos revelan menos sino aún más los regalos dolorosos…

¡Misterios dolorosos del rosario de nuestra vida! ¡Cantarte gratitud en el crisol, eso es glorificarte finamente, ¡oh Amor-´Jesús!, ¡oh Dios Amor!, cuyos más preciosos dones son los regalos del amor crucificado…

¿Es posible que el sufrimiento en todas sus formas sea un regalo de amor? Es la verdad, pero qué difícil reconocerlo en la hora de soportarlo… ¡Oh Amor mío, perdóname mis necedades de la gran hora del dolor… ten misericordia de tu pequeñuela y descúbreme ¡oh Amor Misericordioso, todo el misterio, todo el secreto de tu gran regalo de amor… La vía dolorosa que termina en crucifixión, muerte y sepultura mística! Descúbreme este misterio inefable y hazme vivir de toda santidad.

Teóricamente aún no es tan difícil reconocer la hermosura y la utilidad de los regalos del Amor crucificantes, pero ¡ay! Reconocerlo prácticamente, vivirlo, embriagarse en la dicha de padecer, besar con fe inmensa en tu amor la mano que nos tiendes para introducirnos  por caminos de tiniebla y dolor, es confiar entonces ciegamente y abandonarse a Ti sin temor para dejar que esos regalos crucificadores nos destrocen el corazón y nos anonaden por entero… eso simplemente y amorosamente… eso… es el secreto exclusivo de tis santos. Y hacerlo con candor de infancia, con sonrisa íntima, con una cierta naturalidad humilde de manso corderillo… es secreto del Camino de Teresita, es lo que han de hacer tus almitas predilectas en pos de ella, tus florecillas adoradoras, las pequeñas víctimas de holocausto de tu Amor Misericordioso…

Precisamente estoy en esa hora de tus regalos dolorosos. Sólo Tú sabes hasta qué extremo dolorosos… ¡Ah! Conozco y experimento mi flaqueza por lo que te pido con mi Teresita que vengas a mí, pobrecita toda tuya y “seas Tú mismo mi santidad”.

Sí, sí, es cierto, certísimo, aunque la pobre naturaleza no quiera comprenderlo, que son tus mayores regalos. ¡Oh mi Dios Amor! Los regalos del dolor… Gracias, gracias mi Jesús, mi Dios-Amor, que sin tener en cuenta mi sensibilidad, me haces pasar por el crisol bendito… ¿Cómo dudar que son estos tus mejores regalos, Dios mío, si son los atavíos de tus amados todos, son que te has complacido en adornarles? ¿A quién amas y a quién pudiste amar más oh Padre de Misericordia que a tu Unigénito… al Hijo de tus complacencias, a tu Verbo-Encarnado… a tu Jesús…? Y ¿qué le regalaste? Una vida crucificada, que pasando por toda pena e ignominia acabó en la cima del Calvario con muerte de cruz… Su título es “Varón de dolores” “deshecho de la plebe” “Jesús crucificado” “Jesús víctima en el Sacramento de sus Amores y de su anonadamiento…”

Jesús-Hostia… y Ella… María, tu Inmaculada, casi divina por ser Madre de Dios, tu más amada es… Mater Dolorosa y Regina Martyrum… ¡Qué dolor semejante a su dolor!

Sí, sí, los regalos del amor crucificantes son los de tu predilección, son los mejores y exquisitos… Jesús, María, tus mártires y tus santos nos lo cantan con sus vidas de sublime amor crucificado. NO, no temas alma mía; no temas la oscura senda de los misterios dolorosos.

CHARITAS

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