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Este mes hablábamos de Nuestra Señora de Lourdes, esa aparición mariana del sur de Francia que a todos nos cautiva el corazón. Quien ha visitado Lourdes, sabe muy bien la magia y la reverencia del lugar. A la orilla del río que atraviesa el pueblo de Lourdes, se alza imponente la roca, en un costado Nuestra Señora. Millones de visitas desde aquel 11 de febrero de 1858 y millones de personas que atestiguan haber sido sanados por la intercesión de María Santísima.

Pues hablando de esto, os traemos una preciosa anécdota que da razón de nuestra gruta de Lourdes, un lugar de oración para la comunidad y desde donde la Virgen abraza y bendice Ávila y el mundo entero.

Corría el año 1975 y Nuestra Fundadora, desde su reposo obligatorio en su pobre sillón quiso cumplir un deseo que albergaba su corazón desde hacía nada más y nada menos que 18 años. Con esto quería agradecer a la Reina del cielo un favor muy grande que de Ella había recibido.

Entonces, planeó la construcción de una gruta que recordara a la de Lourdes. Sus ideas eran interpretadas y ejecutadas después por los operarios y albañiles.

El gozo que sintió, se sobrepuso a su malestar físico el día 16 de julio de aquel mismo año. Se inauguró solemnemente en medio de una fiesta mariana por la que sentía la Obra especial devoción, Nuestra Señora del Carmen. Se hizo con bendición y Santa Misa del Vicario de Religiosas, rezo del Rosario y del Angelus al atardecer.

Cuentan los vecinos que desde sus casas, podían seguir los cantos, todos supieron de ese nuevo lugar donde llevar sus penas, a los pies de la Buena Madre. Ahora, desde su gruta, visible desde la calle, la Virgen saluda a cuantos pasan por allí y les sonríe.

 

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