Hasta 1974, 32 años desde la fundación, no se habían reportado bajas en nuestra comunidad. Pero he aquí, que el 27 de mayo de este mismo año, la Virgen se inclinaría a recoger una de sus flores desde esta casa de la Virgen, transportándola al cielo.
Era natural esperar que por orden de edad, fueran dejando este valle de lágrimas, pero no fue así. Una hermana joven fue las primicias de nuestra institución en la Casa del Padre y os contaremos algo de su historia.
Solos 6 días de enfermedad y la ofrenda estuvo lista, acepta a los ojos de Dios. Pocos días antes de caer enferma, en una de nuestras habituales recreaciones, Nuestra Madre fundadora, María de Dios, dijo que quizás sería ella la primera en partir, por la edad y sus achaques, a lo que la Hna. Mª del Carmen respondió:
“No Madre, Vuestra Reverencia no será la primera. Por todo tiene que pasar para darnos ejemplo y por esto todavía no ha pasado, así pues no será V.R., sino una de nosotras quien morirá la primera”.
¿Fue un presentimiento? ¿un casual acierto? ¿Ofreció su vida en silencio por la salud de la Madre tan necesaria aún para la institución? No lo sabemos, pero varios detalles de su vida nos hacen pensar que fue un alma víctima.
Esta querida hija de la Virgen, volaba a su Esposo con solo 24 años. Había vivido bajo la mirada dulcísima de María desde sus 8 años que ingresara en el Colegio apostólico. Así floreció la primera flor del jardín de la Virgen en el paraíso, a las 12 del día, mientras las campanas junto a nosotras, rezábamos el Ángelus, día radiante del mes de las flores.