Corazón Divino de infinito amor… Corazón Misericordia-Bondad, Dulzura… oh Corazón Caridad… enamórame más, y más, enloquéceme, poséeme, transfórmame.
Oh sí, Corazón adorable, vida de mi vida y mi todo, “te tomo por el único objeto de mi amor”.
¿Y qué puedo amar que Tú no seas, si cuanto no eres Tú es todo mentira, vanidad; todo sombrío, mísero, efímero?.
“Único objeto de mi amor” mi Dios y mi Todo, mi Dios todo Corazón; Corazón Divino de mi Jesús, mi Único Amor.
Pero no basta para el alma amante que concentrada en Ti, penetrada de Ti te tenga como su Único, porque el Amado no puede estar ocioso, e inflamado en celo el más suave, ardiente y puro se consume en anhelos de hacerte amar, de hacerte reinar.
Las pequeñas esposas de tu Corazón, Amado mío, nos consumiremos como cirios ardientes devorados por el fuego de la caridad, amándote nuestro Único Amor, y exhalando el incienso de nuestros ruegos y sacrificios para atraer el Reinado de tu Corazón Sacratísimo y que el mundo entero te ame, te aclame, te sirva.
Nuestra vida no ha de ser vida de la tierra, de pequeñez humana, de cortos horizontes, de mezquinos intereses, eso no es el llamamiento y la vida de las flores de tu jardín escogido: no, nuestra vida ha de ser celestial, aún más, divina, porque es la vida de la gracia dominando en plenitud creciente, una vida absorta en Ti, sin mezquindades, con un solo anhelo, con un solo ideal, con una divina ambición que ahogue todo lo terreno:
Amarte, amarte con divina locura y hacerte amar y hacerte reinar por tu Corazón, Amor Misericordioso.
Alma que no te tenga en verdad como “objeto único” de su amor, aquí no está en su lugar. Jesús mío, tú eres sí el “Único objeto de mi amor”,
“esperanza de mi salvación”,
“remedio de mi inconstancia”
“reparador de todos los pecados de mi vida”
y “asilo seguro en la hora de mi muerte”.
Toda mi confianza en Ti, Corazón Amor, Corazón Misericordia…
Si en Ti, Amor Misericordioso no tuviera la esperanza de mi salvación ¿cómo podría esperarla?; mi pasado me muestra pecado, imperfección; mi presente, grandes deseos, pero suma fragilidad… Toda mi esperanza, toda nuestra esperanza, almas escogidas del jardín de su amor, toda la esperanza en El y… eso le obliga… ¡es tan bueno! ¡es el Amor! y el Amor compasivo, a la vez potente y todo bondad y misericordia. Poniendo en El la esperanza nada temo. Oh Amor, Tú que eres mi Amor, a Ti que tomo como objeto Único de mi amor, tomo como única esperanza de mi salvación… miserable cual soy pero arrojada en tus brazos seré salva por Ti, mi Amor Misericordioso.
Te tomo Vida de mi vida como “remedio de mi inconstancia”… ¡Soy tan pobre, tan frágil, tan débil y pequeña! pero Tú eres mi riqueza, mi fuerza, mi grandeza, mi constancia, Tú mi Único Amor, mi Única esperanza Yo te pido que vivas en mí y siendo Tú mi vida eres mi remediador porque mi debilidad e inconstancia es absorbida por Ti, Fuerte divino.
Sí, tus almas entregadas, esperando todo de Ti, esperándolo sinceramente, íntimamente, lo tendrán todo, sí, sí, mi Amor en Ti confío… toda mi esperanza en Ti, toda sin vacilar. Tú eres mi Salvador, Tú mi remedio… En Ti lo tengo todo, mi Amor único, en tomarte por mi solo Amor tengo hecho todo…
Siendo mi Amor y mi Vida, ¿qué temer en mí y fuera de mí?…
Oh Amor, Amor, Corazón de mi Jesús Amor, sé en toda verdad mi Único Amor, enamórame, abrásame…, divinízame… cubre con tu infinita Caridad mi miseria inmensa y consumiéndola en fuego divino sé mi purificador, oh Redentor adorable que has sido y que tomo como reparador de todos los pecados de mi vida.
Acuérdate Jesús que eres Jesús, Salvador, Redentor, Reparador… ¡Cuántas menguas en mi vida, cuántas manchas, cuántos pecados!… pero Tú con tu sacrificio de valor infinito lo reparaste todo y lo reparas día por día con la oblación incesante de la Santa Misa. ¡Oh abismos y misterios inefables!…
Pues bien, a Ti, mi Amor, que por tu excesiva Caridad te hiciste nuestra Divina Víctima reparadora, a Ti, tomo por elección dulcísima como mi reparador, ¿qué quedará pues en mí si Tú eres mi reparación, qué quedará sino pureza y santidad?. ¡Dulce consuelo!. Tus almas-esposas, consagradas a tu Corazón de Amor, tienen en Ti su tesoro, su paz y su gozo, porque tuyas totalmente te han tomado como:
Único Amor
Única esperanza
Único remedio
Único reparador…
Único Infinito que lo es Todo y lo puede Todo…
Oh mi Único Reparador de todos los pecados de mi vida y Asilo seguro en la hora de mi muerte. Cuando se acerque esa hora, de supremas angustias de la naturaleza y supremos ímpetus del espíritu, toda mi esperanza también en Ti, mi Único Asilo seguro, en un suspiro de amor expire por tu Bondad Infinita y en la Llaga de tu Corazón dulcísimo encuentre eternamente, mi descanso, mi asilo de Amor Misericordioso.
Esta ha de ser nuestra vida y esta nuestra muerte de esposas de su Corazón: Vida de intimidad, de donación plena, de amor y confianza, de locura llena de sencillez y de verdad…
“Oh Corazón de mi Jesús, Víctima de amor, sé Tú mi justificación para con Dios Padre y aleja de mí los rayos de su justa cólera…”
¿Cómo no estar justamente irritado el Padre Celestial, la Santidad Suprema, frente a la suma malicia de mi ingratitud y pecado?…, pero tengo a mi Mediador divino, el Hijo de sus complacencias y El es mi justificación, El quien me esconde en su Pecho, dentro de su Corazón y al verme en ese abismo de pureza y caridad se disipan los rayos de la cólera santa de mi Padre del Cielo…. Jesús es mi justificación, es mi santificación en su Corazón dulcísimo, fuego divino me purifica y me diviniza…
¡Oh Amado! las esposas de tu Corazón, anhelantes de ser las esposas de tu alegría y de tus consuelos, clamamos cada una a Ti con confianza ciega, con amor humilde, pero audazmente atrevido:
“Oh Corazón amoroso, pongo en Ti, toda mi confianza, porque aunque todo lo temo de mi debilidad, lo espero todo de tu misericordia. Aleja de mí cuanto te desagrada y haz que de tal modo se imprima tu amor en mi Corazón que jamás pueda olvidarte ni separarme de Ti”.
Ruego de todos, grito supremo de amor… Todo lo temo de mí
Todo lo espero de Ti…
Sí, esperanza mía, Vida mía, si mi disposición es renunciar a cuanto pueda desagradarte, yo sé que oirás mi grito del alma y Tú mismo alejarás de mí lo que a Ti te desagrada; y no sólo imprimirás tu amor en mi corazón sino que colmando mi supremo anhelo me darás tu Amor mismo, tu mismo Corazón, anegarás el mío en el tuyo de tal manera que no viva, que no palpite con su vivir y no ame con su amar, sino que sea tu amor, tus palpitaciones, tu vida, su mismo amar, palpitar y vivir y así, en esa unión, en esa fusión, en esa unidad… jamás, jamás, ni por un instante podré olvidarte ni separarme de Ti.
Madre María de Dios.