
¡¡Uy!!, si preguntas por la palabra sacrificio, puede que algunos hasta se sonrojen o escandalicen. En un mundo en el que el hedonismo egoísta es la bandera de todo, sacrificarse por un bien mayor es algo que difícilmente contemplamos para nosotros.
¿Qué pasa? ¿Ha perdido quizás la actualidad y hemos de entregarnos ciegos a todo lo que se nos ocurra con tal de sentirnos bien?
Os comparto algo que Santa Teresita nos confió en sus escritos, plagados de citas autobiográficas que nos ayudan a adentrarnos en su espiritualidad. Es una defensa en favor del sacrificio, porque todo sacrificio por amor a Dios, tiene un valor y un poder incalculable.
“Durante una Cuaresma, yo me encargaba por entonces de la única novicia que había en el convento, pues era su ángel*. Una mañana vino a verme toda radiante:
– Si supieras lo que soñé anoche… Estaba con mi hermana e intentaba separarla de todas las vanidades a que está tan apegada. Para lograrlo, me puse a explicarle esta estrofa del “Vivir de amor”: «¡Jesús, amarte es pérdida fecunda! / Tuyos son mis perfumes para siempre». Yo veía que mis palabras penetraban en su alma, y estaba loca de alegría. Esta mañana, al despertarme, pensé que quizás Dios quería que le ofreciera esta alma. ¿Y si le escribiera después de la Cuaresma contándole mi sueño y diciéndole que Jesús la quiere toda para sí?»
Yo, sin pensarlo demasiado, le dije que podía muy bien intentarlo, pero que antes tenía que pedir permiso a nuestra Madre*. Ciertamente inspirada por Dios, usted, Madre querida, le contestó que las carmelitas no tienen que salvar las almas con cartas, sino con la oración. Al conocer su decisión, vi enseguida que era la de Jesús, y le dije a sor María de la Trinidad:
– Pongamos manos a la obra, recemos mucho. ¡Qué alegría si al final de la Cuaresma hubiésemos sido escuchadas…!
Y ¡oh, misericordia infinita del Señor, que se digna escuchar la oración de sus hijos…!, al final de la Cuaresma, una nueva alma se consagraba a Jesús. Fue un verdadero milagro de la gracia, ¡un milagro alcanzado por el fervor de una humilde novicia!”
La renuncia de la novicia a escribir y conformarse con rezar, unida a la ferviente oración, pueden hacer milagros. Los sacrificios, sobre todo cuando se visten de renuncias, tienen mucho valor para Dios. Pero siempre esa renuncia debe redundar en bien, en bondad y en caridad para con todos.
Si las renuncias, son solo de acciones o caprichos, sin que se comprometa el alma entera, sin que el corazón sufra por amor, un vuelco…será una acción vacía que pronto caerá en saco roto. Porque el verdadero sacrificio, el sacrificio que agrada a Dios, es responder exactamente a lo que Él nos pide, dejando de lado nuestros criterios.
¡PARA QUE PUEDAS COMPRENDER!
*Ángel: se denomina a la hermana, casi siempre en periodo de formación que se encarga de enseñar las costumbres monásticas a las postulantes recién entradas.
*Madre: es el término por el que se refieren a la superiora de la comunidad.