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Para algunos hoy la vida no vale nada. Lo vemos en los abortos, lo vemos en el desahucio y olvido de nuestros ancianos y lo vemos en Ucrania. La vida para algunos no vale nada porque tiene un sentido materialista y utilitarista, el sentido superficial y frio, de quién recoloca en un tablero de ajedrez las piezas a su antojo. Cuando la vida no vale nada en la mente de algunos, se vuelve el caldo de cultivo y el génesis de un sinfín de funestas decisiones.

Hoy a Jesús le duele #Ucrania, la mira con amor, contempla como de nuevo la hemos vuelto a liar cómo humanos, cómo estamos más divididos que nunca, más distantes. Hoy es Ucrania, pero lo ha sido Vietnam, Palestina, Timor, África… hemos repetido nuestras macabras y fatales prácticas humanas una y otra vez. La práctica de la guerra es de las más devastadoras, de las más deleznables. Cuando la guerra es una opción, existe el comodín para no llegar a un acuerdo por el diálogo, la puerta abierta a a violencia.

Existen pocas cosas más contrarias a Dios y su Reino de paz. Hoy el evangelio no enfrenta a las riquezas. Las riquezas pueden ser muchas cosas que creemos poseer, cosas que se vuelven con el tiempo y un buen sesgo, nuestro mejor seguridad.

Las riquezas adquieren formas tan diferentes, tan veladas, tan bien maquilladas que son casi imperceptibles a no ser para el corazón que busca en Dios el sentido de todo lo que vive. Desde Dios es fácil ver que nos equivocamos. Nuestra norma de vida, suprema en este caso por venir de Dios, es una guía que nos impide caer lejos de la presencia de Dios. Pero si esa norma es propiamente humana, con intereses puramente humanos, al final siempre tiene fisura. Es por eso preciso, inmediato conocer a Dios y su plan de paz para el mundo. En eso radica gran parte del concepto bíblico del Reino de Dios. ¿Qué Reino de Dios construiremos con la violencia? Ninguno, porque cualquier tipo de violencia es opuesta a un Dios amor.

Desde aquí nuestra fuerza y oración, que en estos días están pendientes de Ucrania. Manifestamos nuestro descontento y tristeza a la par que intensificamos nuestra oración para que cuánto antes, en Ucrania y el mundo entero, sin excluir a España, reine por siempre el Corazón de Jesús.

CHARITAS

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