La Eucaristía, es el regalo más grande y bello que Dios nos ha hecho antes de volver al Padre, de eso no hay ninguna duda. ¿Os imagináis por un momento, qué hubiera sido de nuestras vidas sin esta presencia amorosa de Dios en los sagrarios de las iglesias? Sin Jesús, esperando que nos acerquemos a recibirle…
¡No somos lo suficientemente conscientes ni gratos, con el mayor de los regalos!
¡Jesús está presente en la Eucaristía! ¡Su presencia es verdadera! ¡Sustancial! ¡Está plenamente presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad! ¿No te parece suficiente, como para dejar todo y salir corriendo hasta el sagrario, y con todo tu corazón poder expresarle?:
¡¡Gracias Señor, porque en el pan y el vino nos entregas Tu vida y nos llenas de Tu presencia!!
¡¡Gracias, Señor!!
“Si creyéramos de veras, con íntima persuasión de que en la HOSTIA SANTA tenemos vivo de nuestro Dios-Amor, nuestro Jesús-Hombre-Dios…. ¿Nos cansaríamos de adorarla? ¿Qué hambre de comulgarle no tendríamos? ¿Cómo se le podría dejar tan abandonado?”. (Madre María de Dios)
Dentro de los escritos de Madre María de Dios, podemos deleitarnos en un día tan importante como hoy, del inmenso amor que le profesaba:
“Sólo Tú mi Jesús-Hostia eres mi felicidad, vivo solo para amarte, amarte y hacerte amar”. (Madre María de Dios)
“Al alma de fe que tiene una Hostia consagrada que adorar y una Hostia consagrada que recibir ¿Qué consuelo le falta?” (Madre María de Dios)
“¿Si comprendieras lo que es una Hostia consagrada, lo Misterios de mi infinita ternura que encierra…?” (Madre María de Dios. Confidencias divinas)
“En el Cielo sabrás lo que son estos ratos de Sagrario”. (Madre María de Dios. Confidencias divinas)