Esta es la historia de una mujer que vío la luz la medianoche del 21 al 22 de septiembre del 1899, una niña nacida de doña Encarnación Garcés y Bustamante y su marido don Antonio Molleda y melcón, en la madrileña calle de Mendizabal número 10. Entraba el otoño, sus progenitores y sus cinco hermanos, esperaban ansiosos la llegada de la pequeña, en ese hogar en el que se respiraba una profunda vida cristiana. La sonrisa nerviosa de María Candelas, o la seriedad de Mariano eran algunos de los signos entre los hermanos, que hacían presagiar que quien hoy nacía, iba a ser un ser especial de Dios. ¡Qué bendecida estaba Carmina con su familia! ¡Qué tiernos eran sus padres con ella!.
Llegó el 30 de septiembre del mismo año, coincidía con el segundo aniversario del natalicio de Santa Teresa de Lixieux, quien será uno de los soportes de la vida espiritual de la Madre María de Dios. A la parroquia de San Marcos acudieron familiares y amigos a celebrar que Carmina nacía a la vida cristiana a traves del bautismo. ¡Hacía nueve años del último bautismo familiar! ¡Era todo un acontecimiento!. Su madrina fue la hermana mayor María, una joven que tuvo que asumir muy pronto estos mismos compromisos cuando aquellos padres tan bondadosos faltaran.
La elección del nombre para aquel bebé no resultó difícil. Su madre doña Encarnación cultivaba devoción ferviente a la Santísima Vírgen del Carmen, y el santoral del día presentaba a Santa Florencia. María del Carmen Florencia sería perfecto para la niñita que más tarde se la conocería por Carmina.
Las fechas natalicias, 21 y 30 de septiembre, tendrán en esta cristiana mujer, resonancias inolvidables, muestra de ello son los escritos que nos deja muchos años más tarde que dice así:
“MAGNA MISERICORDIA…: Mi bautismo…, 30 de septiembre de 1899 -S. Jerónimo-, aniversario 2º del ‘dies natalis’ de mi Teresita…Ella voló al cielo y yo recibí la gracia soberana de la filiación divina, nací a Ti y a tu Iglesia, ¡Qué más cielo!”
Continuará…
