“La oración es el encuentro de amor de su Corazón con el mío” (Madre María de Dios)
Volvamos otra vez sobre la oración, para seguir preparándonos para el jubileo 2025 y porque es un tema del que hay tanto que decir, que seguramente lo principal no lleguemos a decirlo.
No podemos transcribir aquí todo lo que Madre María de Dios escribió sobre la oración de la Santísima Virgen, algo hemos visto anteriormente, pero lo más ya iremos viéndolo con el paso del tiempo. De todas formas, entresacamos aquí algo:
“María es sinónimo de oración…
Oración contemplativa: Eras tú Madre mía el amor orando. La vida entera de la Virgen, mi Madre, fue contemplación de Amor. ¡Madre-Modelo mío! Dame una llamita de aquel fuego consumidor que abrasaba tu Corazón, dame, Madre algo de tu oración inflamada. María-Modelo, mi Madre, mi Maestra, me enseña que he de vivir orando, orar contemplando, contemplar amando y con tal intimidad, hasta deshacerme y místicamente consumirme en amor. Si he de vivir vida espiritual, he de vivir vida de intimidad con Él.
Oración reparadora: No intentemos profundizar toda su intimidad, su delicadeza, su perfección en el alma de María… no cabe su comprensión en nuestra mísera capacidad; pero sí acerquémonos a nuestra Madre y como pobres hijas, pero amantes, roguemos a Ella humilde y confiadamente que nos deje sentir un poquito de su amante vibración reparadora y nos de gracia para imitarla y el consuelo de dar un poco de consuelo y amor reparador al que es su Amor Único y también queremos sea nuestro Único Amor.
Oración de súplica: La llamamos a la Virgen, Mediadora universal. No cesa de suplicar por todo y por todos y con qué celo la gloria de Dios, amor y honor divino. Como Maestra, nos enseña a ser caridad, siendo con Ella incesantes mediadoras por las innumerables necesidades de la Iglesia, de cada alma del mundo entero, fieles e infieles, creyentes y ateos, justos y pecadores…
Oh sí, todo y en todo momento nos reclama ser oración viviente en unión con Ella. Siento de tal modo y ese ha de ser el vibrar de las almas pequeñitas, la necesidad de orar, siento de tal modo, Amado mío, tus divinos intereses… que me consumo pues no llego a todo sino con mi anhelo ardiente y solo puedo reposar en las grandes peticiones universales: “Santificado sea tu Nombre. Venga a nosotros tu Reino. Hágase tu Voluntad”.
Al igual que los discípulos, en la intimidad del Sagrario, digámosle a Jesús: “Maestro, enséñanos a orar”. Y podemos estar seguros que nos va a responder al igual que a ellos, con la oración del Padrenuestro, porque no hay otro modo, ni otras expresiones mejores. A lo largo de todo el Evangelio hay muchas ocasiones en que Jesús nos muestra el valor y el significado de la oración, como por ejemplo las siguientes citas que les ofrecemos para que en diversos momentos puedan asomarse al mismo Evangelio para saborear y disfrutar de las propias expansiones de su Corazón:
- Orar para no caer en la tentación: Mt 26, 41 “Velad y orad, para que no caigáis en la tentación”.
- Orar constantemente sin desanimarse: Lc 18, 1-8
- Con fe auténtica: Mc 11, 22-23 “Tened fe en Dios. Yo os aseguro que quien diga a este monte: “Quítate y arrójate al mar”, y no vacile en su corazón sino que crea que va a suceder lo que dice, lo que obtendrá”.
- Rezar para pedir al espíritu Santo: Lc, 11, 13
- Orar para cumplir la voluntad de Dios: Lc 22, 41-42
- Orar con confianza: Mt 7, 7 “Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y os abrirán”.
- Rezad por los perseguidores: Mt 5, 44
- Orar para perdonar: Mc 11, 25: Lc 23, 34
- Orar en lo escondido: Mt 6, 6
- Pedir en el nombre de Jesús: Jn 14, 13 “Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo os lo daré, para que el padre sea glorificado en el Hijo”.
- Orar por los amigos: Jn 11, 41-42; Lc 22, 31-32
- Orar en grupo: Mt 18, 19 “Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que sea, lo conseguirán de mi padre que está en los cielos”.
- Rezar siempre: Lc 21, 36 “Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza, …”.
Hay muchos maestros de espiritualidad, de oración, pero el verdadero gran Maestro de oración es Jesús, con su Santo Espíritu. Debemos decirle lo que realmente sentimos en el corazón, confiar en él, pedirle perdón, suplicarle, agradecerle y expresarle nuestro amor.
Oigamos también al Papa Francisco: “La Eucaristía es la respuesta de Dios al hambre más profundo del corazón humano, el hambre de vida auténtica porque en la Eucaristía Cristo mismo está realmente en medio de nosotros para alimentarnos, consolarnos y sostenernos en nuestro camino”
Miremos si nuestra adoración-oración nos lleva al amor fraterno, al servicio al prójimo con los sentimientos de Jesús, entonces será una oración verdadera.